23.6.06

Critica durísima

Encontré guardada esta nota que no recuerdo de donde la saque, y lamento que no aparezca el autor. Vale la pena, es una durísima crítica al ego de Charly, y a todos los que lo alentamos (no puedo quedar afuera). Durísima pero para nada descabellada.

CHARLY GARCIA: ¿EL PERSONAJE FAMOSO SE DEVORO AL MUSICO GENIAL?

la nostalgia: un cheque en blanco

Charly García no perdió el juicio. Ganó el de la opinión pública. Y ahora parece que es inapelable. Se oye decir Charly es un genio. A lo cual él responde: Soy lo más. Tal el circuito cerrado de la admiración incondicional y la egolatría. Al final, en 1996, cuando el músico decidió ponerse el alias Say No More (no digas nada) fue cuando más habló. Dejándonos mudos a muchos de nosotros que, según dice, nunca terminamos de entenderlo. ¿Será que no todos pertenecemos a la elite de los iniciados en la charlylogía? La verdad que últimamente sus discos, sus palabras y sus actos nos confunden. Y cómo. Pero, ¿tendremos permiso para opinar? ¿O estamos condenados a dejar cualquier juicio de valor sea ético o estético en punto muerto? Pero, ¿no será peor reírnos del chiste aunque no lo entendamos? Nadie duda que García es uno de los mejores compositores de canciones de nuestro rock. Pero antes, con Sui Géneris, con Serú Girán o como solista, trataba de comprendernos él a nosotros y por eso nos identificábamos en sus letras. Por esto, ya es un clásico. Ahora, no se le oye cantar otra cosa que yo, yo y yo, mientras nos reprocha que no lo comprendemos a él. Por eso tiene a su favor el cheque en blanco de la nostalgia, consiguiendo que sus compilaciones y su disco Unplugged logren más resonancia popular que La hija de la lágrima (1994), Estaba en llamas cuando me acosté (1995) y Say No More (1996). Gracias a ese cheque en blanco también son tolerados muchos de sus actuales descontroles (que no siempre son autodestructivos sino que, incluso, pueden llegar a transformarse en agresiones verbales contra su público, como sucedió en el Opera). No en vano habla de aliados en vez de público. Su mundo se reparte así, entre sus fanáticos y sus enemigos, esos que le tiran mala onda y le hacen la cama. Lo suyo es alternar la omnipotencia con la vulnerabilidad de una manera realmente única. Desde cierta izquierda, unos piensan que Charly sigue siendo un trasgresor de prejuicios en un país hipócrita. A la derecha, los conservadores le recriminan el hecho de ser un mal ejemplo para la juventud. Mientras tanto, aparece una revista de historietas que lo reduce a un personaje que hace de la sordidez una estética: Charly Bizarro. Y llega a best seller una biografía, No digas nada, de Sergio Marchi, que a veces descarnada, acaba canonizándolo como genio incomprendido. A todo esto, dos frases del genio vienen a cuento. Una: Yo soy loco, pero no estoy loco. Estar loco quiere decir que el espejo se rompió y no tenés ningún control. Y otra, referida a su relación con la fama: Que no me miraran me molestaría muchísimo. Atando cabos, no es difícil llegar a la conclusión de que, últimamente, nuestro papel ha sido mirarlo mirarse en el espejo (un espejo con rajaduras). La obra de arte es él. Sus discos y sus shows recientes son sólo informes meteorológicos de su ánimo (con la corriente de El Niño incluida) desde Garcíalandia. "A ustedes les gusta que yo sea un reventado", se justifica la obra de arte humana. Y enseguida, la palabra aliado suena peligrosamente a cómplice. Pero a veces, de tanto mirarlo mirarse, dejamos pasar declaraciones como ésta: Como todos, yo también quiero gobernar el mundo. Porque el asunto es ellos o nosotros. Y mi pregunta es: Entre Astiz y yo, ¿a quién prefieren como rey?. Nadie niega su sentido del humor, claro. Pero no quedaría descolocado recordar, durante la sonrisa, que lo ideal no sería cambiar la democracia por la anarquía. Aunque el rey sea Charly García.

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